Domingo, 30 de Abril de 2023
La pisada del Diantre se siente en toda Colunga y desde muy
temprana hora. Cuando llegas y caminas en busca del dorsal sientes algo extraño…
Algo que no sabes muy bien lo qué es… Si son los nervios de la carrera, si es bienestar
por la sonrisa de las personas que te dan la bolsa del corredor, si es la
atención del camarero al servir el café…
No sé, pero algo extraño había en Colunga… Todas las
personas hacían algo distinto, pero me daba la sensación que alguien tenía una
batuta, y que los dirigía en una especie de orquesta silenciosa perfecta…
El caso es que después de todos los preparativos estaba en una
nueva línea de salida, con los mismos nervios y… A correeeeeeerrrrrrr….
Los primeros 11 km. discurren por una bonita zona costera que pasa por las playas de la Griega, La Isla y Espasa. Aquí no se puede ir demasiado forzado, porque si no lo pagas al final, cuando las fuerzas se necesitan de verdad, así que voy regulando e intentando entrar en carrera. Me cuesta un poco porque en todo momento tengo síntomas de alguna molestia, primero en la pierna derecha, después en los isquios, más tarde en los glúteos… Uffff, se me está llenando la cabeza de malos pensamientos y estamos solo al principio… Oye, ¿no será que anda por ahí el Diantre?. Quizá sea eso y está haciendo de las suyas asustando a los viajeros…
Foto: Andrés MallagrayNada, voy a lo mío y continúo… Estamos llegando a La Isla y de repente veo una fila multicolor de corredores que identifico claramente. Es el rabo del Diantreeeeeee. Síiiiii, está aquíiiiiii. Más allá, a lo lejos está el picu Pienzu, pero no se ve. El Diantre nos gasta otra de sus bromas y cubre la montaña de niebla…
Foto: Thomas Picos
Llega el km. 11, dejamos la costa y empieza la subida. Primero un tramo más tendido de 3 km. por una pista de tierra que se adentra en el bosque. Verde musgo, agua y madera húmeda son nuestras compañeras hasta empezar la dura subida al picu. Estamos en el km. 14 y la cortina de niebla que se veía desde abajo nos deja entrar y con ella los nervios por poder ver el camino. Ahora es subir, subir y más subir. En 3 kms. ascenderemos unos 700 m. de desnivel por la conocida y temible zona de Babú. Mis molestias, aunque siguen, van a menos, pero ya no hay vuelta atrás, y poco a poco vamos ganando altura y sobre todo confianza.
Foto: David DosilLa niebla nos impide ver el espectáculo alrededor en un entorno privilegiado, pero por otra parte nos enseña otro espectáculo… La carrera ha clavado unos coloridos banderines que marcan así toooooodo el recorrido. La seguridad que ésto nos da como corredores, en una zona como el Sueve, y en un día de niebla como en el que estamos es total. No sé de qué manera se puede agradecer esto a la organización. Me pareció tan increíble que va a ser muy difícil de olvidar… Diantre, con estos banderines no contabas eh? Ja, ja, ja….
Ahora ya, en el km. 17 aprox., iniciamos un tramo de cresterío para después correr un poco por unas praderías hasta empezar la subida final al Pienzu. Unos 2 kms. con un desnivel de unos 300 metros. que se hacen duros, duros, después de tanta subida.
La cruz del Pienzu casi no se
ve por la niebla pero ya estoy arriba. Me siento a saborear lo conseguido hasta
ahora, a respirar… Y empiezo a bajar.
Debe ser que la espesura de la niebla en la subida no le
pareció bastante al Diantre, y por eso en la bajada la hizo más densa. Además ahora
llueve…
Pero, ¿qué es esa figura amarilla con paraguas? De nuevo un VOLUNTARIO
de la organización. Ahí estaba, clavado en mitad de la montaña, bajo una lluvia
intensa y avisando de posibles caídas o resbalones… Y así cada cierto tiempo me
encontraba con éstas siluetas amarillas que nos vigilaban muuuuuy de cerca. Con
eso, Diantre tampoco contabas eh?
Llega el km. 22 y por fin el avituallamiento nos recibe con
fruta fresca, bebidas… Uhmmmm. Qué bien recuperar fuerzas…. Aunque el cuerpo ya
no me admite mucho, intento regular lo que como para gestionar el esfuerzo
viendo lo que me queda de carrera.
Los siguientes 8 km. los intento hacer todos corriendo ya muy
despacio, y lo consigo caminando solo en algún pequeño tramo de subida y
poco a poco… va apareciendo el mar, y las casas y… Colunga.
Estoy entrando en Colungaaaaaa, síiiiii, lo he conseguido (me iba diciendo). A pesar de todo y con bastante esfuerzo lo he conseguido y puedo decir que he entrado en meta después 5 horas y media para los 30 km. y 1.600 m. de desnivel positivo.
Y solo quiero dar las gracias a Cesar, y a la ORGANIZACIÓN
por todo, por su trabajo que tan bien hecho está y quedó grabado en cada metro
de carrera. También a la chavalería fotógrafa que nos acompaña y nos
regala recuerdos para siempre…
Ahora me doy cuenta de que el Diantre, ese ser mitológico que
le gusta hacer bromas a los viajeros y que se transforma en distintas identidades
existe. Que está en la sonrisa de esas personas que me dieron el dorsal, en el camarero
amable del café, en la silueta amarilla con paraguas, en el director de orquesta... Incluso llego a pensar que el Diantre, forma
una parte más de ésta increíble banda de Rock´n´Roll que es LA PISADA DEL DIANTRE.
Por eso la PISADA DEL DIANTRE tiene mucho de especial y de épica. Es una PISADA que te queda muy dentro…
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