A veces el azar se presenta ante nosotros y hace temblar
nuestras piernas al tiempo que se acelera el corazón, la cabeza comienza a
volar y la boca dibuja una mueca de sonrisa…
Y no lo dudé, de frente a Bilbao. Al maratón…
Así fue como gracias al sorteo de dorsales de la compañía
eléctrica EDP, patrocinadora de la carrera, me hizo preparar en poco más de un
mes el maratón de Bilbao. No quiero parecer un inconsciente ni que se tome como
frivolidad enfrentarse a 42,195 kms., pero me veía capaz, sobrante de ganas de
disfrutar y con objetivos claros; acabar, olvidarse del tiempo y correr por
pulsaciones para llegar al final en, más o menos, perfecto estado. Además
quería consolidar el conocimiento de la distancia del maratón con el que me
reencontré en La Coruña éste mismo año.
Es curioso, pero acabo de hacer “clic” en el PLAY y suena
Vetusta Morla. La misma música que escuchaba en la habitación del hotel antes
de calzarme las zapatillas y ponerme a correr. Recuerdo ahora también a “mi
equipo” en la misma habitación de un hotel de Bilbao durmiendo plácidamente
mientras los nervios recorrían cada milímetro de cada vena de mis piernas. Pero
al verlos… qué emoción… Allí estábamos los tres y nos íbamos a enfrentar al
maratón. Mis piernas lo correrían y ellos lo cargaban en sus espaldas…
Emocionante!!!
En el estadio de San Mamés nos agolpábamos alrededor de
11.000 personas para correr 10, 21 0 42 kms. según cada una. Llegaron las 8:20
horas del sábado, la noche se hizo y el espectáculo empezó. La salida
multitudinaria y en mi caso elegí salir tranquilo con la liebre de 4 horas. En
el transcurrir de los kms. ya iría evaluando sensaciones.
El circuito es bonito porque, salvo una parte, es céntrico y
a pesar de ser nocturno hay mucha gente animando. Los primeros 10 kms. son un
poco locura, demasiada gente corriendo. Es muy importante ir concentrado para
no pasarse de pulsaciones. Ese era mi máxima en ésta carrera. No pasar de la
zona aeróbica para llegar con relativas garantías al final.
Como es normal, en los primeros kms. las piernas van ágiles.
Hace días que me pedían correr y ahora era su momento. Voy comiendo los metros
entre cientos de corredores un poco por delante de la liebre de las cuatro
horas y controlando las pulsaciones, siempre entre 146 más o menos. Igual podía
ir más rápido como en los entrenos, pero ahora estaba en carrera, y los nervios
y con los escasos entrenamientos iba a gestionar lo que tenía.
Llega el km. 9 y la carrera se bifurca, quedamos ahora
corriendo los de la media maratón y el maratón. Se abren los espacios y el
ritmo aunque sigue siendo constante, parece que se ha estabilizado un escalón
más. La concentración aumenta. Vamos ahora sobre el km. 13 y estamos en el centro
de Bilbao dirección a la parte vieja y la gente no para de animar. Volvemos a
correr al lado de la ría del Nervión por una larga recta que iba a ser decisiva
en la última parte de la carrera (lo sabía) y llega el km. 17. Me veo bien y
sigo con mi ritmo. En pocos kms. llegamos a la media maratón. Ahora sí, me
digo, ahora empieza la carrera. Nos quedamos solos los del maratón, y para mí
es un momento importante. Es como un muro particular donde te ves en terreno de
nadie, ni para un lado ni para otro… No sé medir muy bien las fuerzas y los
nervios me bloquean un poco las piernas. Llevo 2 horas de carrera y en ese
momento me adelanta un pequeño grupo de corredores. Intento ir con ellos a ver cómo
me veo, más que nada porque hasta ahora he estado solo con mis ritmos, muy
concentrado pero solo, y eso va pesando…
Miro las pulsaciones y aumentan un poco. Sigo apenas un km. con
ese grupo y decido ir a lo mío. Si en 22 km. he ido bien, mi forma de correr y
entrenar es así, seguiré corriendo así. Me quedo solo y sigo con mi ritmo y mis
dudas. A medida que avanzo, me voy sintiendo más seguro con el ritmo y las
piernas se adaptan de nuevo bien al ritmo. Llega el km. 25 y cruzamos la ría
dirección a Deusto. Una zona difícil, más solitaria y de largas rectas. Voy
concentrado y después de 4 kilómetros llega el avituallamiento, veo el puente
Deusto para cruzar la ría de nuevo y llegar a la última parte de la carrera.
Bien Carlinos !!! Estás ahí…
Paso el km. 30 y sigo con el ritmo pero ya un poco más
lento. Las pulsaciones iguales. El cansancio ya está haciendo mella… De nuevo
el centro y la parte vieja de la ciudad… Y la recta de la zona al lado de la
ría que antes había identificado como decisiva. Era el km. 34 y ya había tomado
3 geles y unas sales para evitar calambres. No quiero parar, pero las piernas
lo piden. Ay Carlinos, ahora toca sufrir…
Sigo despacio sin parar, el correr es lento y cansado y en
el km. 36 tengo que caminar un poco. Bueno no pasa nada, me digo, tomo aliento
y empiezo de nuevo. En el km. 37 un avituallamiento para beber algo de agua que
no me entra. Escupo y decido… Hasta el final
Así lo hago, entrando en meta después de 4:18 min. de carrera,
fuerza y concentración marcada por unos entrenamientos de un plan a medias.
Pero así decidí venir a correr y a pesar de ser el peor tiempo en maratón, es
una gran victoria para mí. Sigo aprendiendo a conocer la distancia de los 42.195
metros y he gestionado bien el escaso mes y medio de entrenos insuficientes
para ésta carrera. Pero el tesón, las ganas y el placer de estar aquí pudo con
todo ello. Y llegar a meta y ver a “mi equipo”… Emocionante.
Y me acuerdo de los amig@s y compañer@s de carreras con sus
ánimos y preocupaciones…
No tengo más palabras…
...A seguir corriendo...
Vamoooooooos !!!
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